Una ingeniera de minas ovetense diseña el primer tanque que permite guardar grandes cantidades de dióxido de carbono en estado sólido para uso industrial.
Al dióxido de carbono, el CO2, se le acusa, de ser el responsable del calentamiento global del planeta. Lo que muchas veces no se cuenta es que ese mismo gas es una materia prima de amplio uso industrial. El CO2 consigue que los refrescos tengan burbujas, o que las lechugas empaquetadas mantengan su frescura gracias a una atmósfera protectora enriquecida en CO2. Incluso se utiliza para producir el ácido acetilsalicílico que da origen a las aspirinas. En cifras redondas, cada año la industria global consume unos 130 millones de toneladas de este gas.
La principal novedad de este proyecto es su capacidad cada unidad construida siguiendo este sistema podrá almacenar unas 47.000 toneladas, cuando en el mercado actual el tanque de almacenamiento líquido de máxima capacidad ronda las 500. Noventa y cuatro veces menos.
El tanque diseñado por la ovetense Cristina Vázquez servirá para almacenar el CO2 como si fuese «nieve carbónica», a una temperatura de -80ºC, gracias a una pared con aislamiento térmico.
Para conseguirlo y verlo más allá del papel o de la pantalla de un ordenador hará falta invertir, según sus cálculos, unos 8 millones de euros por tanque para afrontar su fabricación.
Es un ejemplo de hasta qué punto la Universidad es capaz de afrontar proyectos de gran envergadura en el campo de la investigación aplicada.
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